Aquí cabemos todos... y todos somos imprescindibles.

Un pequeño grupo de jóvenes que comparte unos minutos a la semana. Una pocas horas al mes... pero es un momento de vida. Queremos que esa vida compartida, sea germen de algo más grande que, por fortuna, depende sólo y exclusivamente de nosotros. Cada día nuestra vida va por caminos diferentes. Unos nos veremos, otros no. Ahora tenemos este punto de encuentro común. Todos nuestros caminos pueden converger en esta especie de plaza pública en el que nos encontramos cuando queremos, en el que podemos -y debemos- dejar nuestras opiniones, nuestras ideas, nuestros sentimientos... Entre todos debemos de construir este pequeño espacio común, como una acogedora sala de reuniones, como una casa de todos...
Entrad, entrad... no os quedéis fuera...
¡¡Sed bienvenidos!!

sábado, 27 de noviembre de 2010

El rincón de la culturilla religiosa: El Adviento.

Significado del Adviento

La palabra latina "adventus" significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa penitencia.

El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro.

Esta es su triple finalidad:

- Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.

- Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos de la justicia y del amor.



- Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria".

En el Evangelio, varias veces nos habla Jesucristo de la Parusía y nos dice que nadie sabe el día ni la hora en la que sucederá. Por esta razón, la Iglesia nos invita en el Adviento a prepararnos para este momento a través de la revisión y la proyección:

Revisión: Aprovechando este tiempo para pensar en qué actitudes positivas hemos vivido hasta ahora y en cuáles vamos a mejorar. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días podemos y debemos ser mejores.

Proyección: En Adviento debemos hacer un plan para que no sólo seamos buenos en Adviento sino siempre. Analizar qué es lo que más trabajo nos cuesta y hacer propósitos para evitar caer de nuevo en lo mismo.

Algo que no debes olvidar

El adviento comprende las cuatro semanas antes de la Navidad.
El adviento es tiempo de preparación, esperanza y arrepentimiento de nuestros pecados para la llegada del Señor.
En el adviento nos preparamos para la navidad y la segunda venida de Cristo al mundo, cuando volverá como Rey de todo el Universo.
Es un tiempo en el que podemos revisar cómo ha sido nuestra vida espiritual, nuestra vida en relación con Dios, con los demás y convertirnos de nuevo.
Es un tiempo en el que podemos hacer un plan de vida para mejorar como personas.

Cuida tu fe

Esta es una época del año en la que vamos a estar “bombardeados” por la publicidad para comprar todo tipo de cosas, vamos a estar invitados a muchas fiestas. Todo esto puede llegar a hacer que nos olvidemos del verdadero sentido del Adviento. Esforcémonos por vivir este tiempo litúrgico con profundidad, con el sentido cristiano.
De esta forma viviremos la Navidad del Señor ocupados del Señor de la Navidad.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Resumen de la reunión del 21 de noviembre de 2010

Continuamos dando contenido a este foro virtual de encuentro del que espero deis uso, que si no, de nada servirá... Soy muy pesado, ya lo sé... pero insisto en que entréis, leáis y opinéis. Quiero colaborar a despertar en vosotros la capacidad de pensar, de discutir, de debatir, de opinar... ¿sabéis que significa eso...? Hacer de vosotros personas más libres, nada más y nada menos. ¿Qué es ser libre...? Y eso daría para una discusión también larga y extensa. ¿Qué creéis que es ser libre? ¿Qué podáis hacer lo que os de la gana? ¿Que entréis y salgáis de casa cuando os plazca? Ummm... no me parece a mí... ¿Sabéis que creo que es la libertad? Pues el que cada uno pueda optar en cada momento de su vida especialmente por aquello que le haga mejor, que le haga crecer como persona, como individuo que pertenece a una sociedad concreta y que por tanto, al crecer él como persona, ayuda a desarrollarse a la sociedad; por tanto, una persona que tenga capacidad crítica, analítica, que piense, que recabe información de diversos medios para forjarse su propia opinión y que en última instancia, tenga criterio, sin duda será más libre. Por eso os insisto tanto en que no os calléis, que debatamos, que opinemos, que aportemos; lo contrario, aparte de ser un aburrimiento, será una pérdida importante de tiempo.
Bien, hoy continuamos por otra parte con el tema del amor. Lamentablemente, aún hay miembros de grupo que no son capaces de dedicar unos minutos a preparar mínimamente la reunión, y eso lastra a los demás. No es necesario una hora, con un puñado de minutos bien invertidos será suficiente. Queríamos resaltar aquello que nos llamaba la atención de los textos que previamente vosotros habíais seleccionado, y a partir de eso, ver actitudes, comportamientos, ideas que nos llamen la atención y porqué. Sólo nos dio tiempo a leer los que habían seleccionado Pedro y Alex. Ambos sobre el amor amical, entre amigos. En ellos vimos que se resaltaban dos aspectos importantes de la amistad: la sinceridad y el apoyo incondicional. Una amistad verdadera tiene que ser sincera, eso está claro, sin dobleces, sin ambigüedades. Y tiene que ser, por supuesto, incondicional. Tenemos que ofrecer y encontrar en el otro ese apoyo que nos ayude a avanzar, que nos escuche, que nos aliente, que nos acompañe y claro está, sin ningún tipo de condición previa.
Espero que podamos seguir discutiendo el próximo domingo con más intensidad y participación y espero que os resulte interesante. A mí hoy me lo ha parecido.

Comentario al Evangelio del 21 de noviembre de 2010

Lucas 23, 35-43


Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: "A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido." También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: "Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!" Había encima de él una inscripción: "Este es el Rey de los judíos." Uno de los malhechores colgados le insultaba: "¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!" Pero el otro le respondió diciendo: "¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho." Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino." Jesús le dijo: "Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso."




Como sabéis con este domingo llegamos al final del ciclo litúrgico. El último domingo de cada año, la Iglesia cierra con broche de oro el ciclo ordinario con la fiesta de Cristo Rey. Y el próximo domingo iniciaremos nuestra preparación para la venida de Jesús en la Navidad: el adviento.

Hoy celebramos la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo.

Jesucristo es Rey. Pero un rey muy distinto. Es un rey sin armas, sin palacios, sin tronos, sin honores; un rey sin ejército y sin soldados. Un rey que ejerce su poder únicamente con la fuerza del amor, del perdón, de la humildad y de la mansedumbre. Un rey que no atropella ni violenta a nadie, y que no impone su yugo o su ley por capricho. El que lo acepte como rey, debe acogerlo libremente y abrazar su misma “lógica”, que es la del amor y del perdón.

Cristo es -si podemos hablar así- un rey “débil” porque Él mismo quiso escoger la debilidad para redimirnos. “Donde está la cruz, no hay lugar para los signos de la fuerza”. No recuerdo dónde leí esta frase, pero es totalmente cierta. Cristo es Rey. Pero no tiene armas. Las armas las tienen sus enemigos. Cuando Pilato, antes de condenarlo a muerte, le preguntó si era rey, Jesús le dio una respuesta desconcertante: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis ministros habrían luchado para que no fuese entregado en manos de los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Jn 19, 36). Palabras misteriosas, pero profundamente reveladoras.

Cristo es rey. Pero no según los cánones y criterios de este mundo. Su soberanía es la del amor, de la justicia y de la paz. Su trono es una cruz; su cetro, una caña con la que le golpean la cabeza; su corona, una corona de espinas. Su reino es para los pobres y humildes de corazón, para los mansos, los pacíficos y los misericordiosos; para los perseguidos por la verdad y la justicia. Su programa de vida se resume en el Sermón de la montaña, en las bienaventuranzas y el mandamiento de la caridad. Sus súbditos y sus amigos predilectos son los pobres y pecadores; sus compañeros de destino, los malhechores, como ese “buen ladrón” que encontramos en el evangelio de hoy.

Los judíos y los príncipes de los sacerdotes que ultrajan a Cristo crucificado hablan un lenguaje de poder y lo desafían a que demuestre su fuerza bajando de la cruz: “Si de verdad es el Hijo de Dios, que baje de la cruz, que se salve a sí mismo”. Y lo mismo le dice el otro de los ladrones crucificados con Él. Pero Jesús no hace caso. Su fuerza es el perdón, el amor y la misericordia. Y así lo descubre ese “buen ladrón”.


Ojalá que este día de Cristo Rey, también nosotros queramos aceptar la soberanía de Jesucristo y le proclamemos Señor de nuestras vidas volviendo a Él de todo corazón, y haciendo que muchos otros hombres y mujeres, comenzando por los que viven a nuestro lado, se acerquen al amor misericordioso de nuestro Redentor. ¡Venga a nosotros tu Reino, Señor!

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sábado, 20 de noviembre de 2010

El rincón de la culturilla religiosa... El año litúrgico.

El año litúrgico:
La celebración del Año Litúrgico es la vivencia de la vida de Cristo, todas sus etapas desde su nacimiento hasta su muerte.
El año litúrgico, origen y significado


Origen del Año Litúrgico

Las fiestas cristianas han surgido paulatinamente a través de los siglos. Estas nacen de un deseo de la Iglesia de profundizar en los diversos momentos de la vida de Cristo. Se comenzó con la fiesta del Domingo y la Pascua, luego se unió Pentecostés y, con el tiempo, otras más.

La primera fiesta que se celebró fue la del Domingo. Después, con la Pascua como única fiesta anual, se decidió festejar el nacimiento de Cristo en el solsticio de invierno, día en que numerosos pueblos paganos celebraban el renacimiento del sol. En lugar de festejar al “Sol de Justicia”, se festeja al Dios Creador. Así, poco a poco, se fue conformando el Año litúrgico con una serie de fiestas solemnes, alegres, de reflexión o de penitencia.

La liturgia es la manera de celebrar nuestra fe y el conjunto de signos sensibles, eficaces, de la santificación y del culto a la Iglesia. Es el conjunto de la oración pública de la Iglesia y de la celebración sacramental.

Liturgia viene del griego leitourgia, que quiere decir servicio público, generalmente ofrecido por un individuo a la comunidad.

Cada celebración litúrgica tiene un triple significado:

1.
Recuerdo: Todo acontecimiento importante debe ser recordado. Por ejemplo, el aniversario del nacimiento de Cristo, su pasión y muerte, etc.

2.
Presencia: Es Cristo quien se hace presente en las celebraciones litúrgicas concediendo gracias espirituales a todos aquellos que participan en ellas, de acuerdo a la finalidad última de la Iglesia que es salvar a todos los hombres de todos los tiempos.

3.
Espera: Toda celebración litúrgica es un anuncio profético de la esperanza del establecimiento del Reino de Cristo en la tierra y de llegar un día a la patria celestial.

Los Tiempos litúrgicos

El Año litúrgico está formado por distintos tiempos litúrgicos. Estos son tiempos en los que la Iglesia nos invita a reflexionar y a vivir de acuerdo con alguno de los misterios de la vida de Cristo. Comienza por el Adviento, luego viene la Navidad, Epifanía, Primer tiempo ordinario, Cuaresma, Semana Santa, Pascua, Tiempo Pascual, Pentecostés, Segundo tiempo ordinario y termina con la fiesta de Cristo Rey.

En cada tiempo litúrgico, el sacerdote se reviste con casulla de diferentes colores:

Blanco significa alegría y pureza. Se utiliza en el tiempo de Navidad y de Pascua

Verde significa esperanza. Se utiliza en el tiempo ordinario

Morado significa luto y penitencia. Se usa en Adviento, Cuaresma y Semana Santa

Rojo significa el fuego del Espíritu Santo y el martirio. Se utiliza en las fiestas de los santos mártires y en Pentecostés.

El
Adviento es tiempo de espera para el nacimiento de Dios en el mundo. Es recordar a Cristo que nació en Belén y que vendrá nuevamente como Rey al final de los tiempos. Es un tiempo de cambio y de oración para comprometernos con Cristo y esperarlo con alegría. Es preparar el camino hacia la Navidad. Este tiempo litúrgico consta de las cuatro semanas que preceden al 25 de diciembre, abarcando los cuatro domingos de Adviento.

Al terminar el Adviento, comienza el Tiempo de
Navidad, que va desde la Navidad o Nacimiento, que se celebra el 25 de diciembre y nos recuerda que Dios vino a este mundo para salvarnos.

La
Epifanía se celebra cada 6 de enero y nos recuerda la manifestación pública de Dios a todos los hombres. Aquí concluye el Tiempo de Navidad.

El Primer tiempo ordinario es el que va de la fiesta de la Epifanía hasta inicio de
Cuaresma. En el Primer y Segundo tiempo ordinario del Año litúrgico, no se celebra ningún aspecto concreto del misterio de Cristo. En ambos tiempos se profundizan los distintos momentos históricos de la vida de Cristo para adentrarnos en la historia de la Salvación.

La Cuaresma comienza con el
Miércoles de Ceniza y se prolonga durante los cuarenta días anteriores al Triduo Pascual. Es tiempo de preparación para la Pascua o Paso del Señor. Es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Es tiempo para la conversión del corazón.

La
Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Resurrección. En el Triduo Pascual se recuerda y se vive junto con Cristo su Pasión, Muerte y Resurrección.

El Domingo de Pascua es la mayor fiesta de la Iglesia, en la que se celebra la Resurrección de Jesús. Es el triunfo definitivo del Señor sobre la muerte y primicia de nuestra resurrección.

El Tiempo de Pascua es tiempo de paz, alegría y esperanza. Dura cincuenta días, desde el Domingo de Resurrección hasta
Pentecostés, que es la celebración de la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. En esta fiesta se trata de abrir el corazón a los dones del Espíritu Santo.

Después de Pentecostés sigue el Segundo tiempo ordinario del año litúrgico que termina con la
fiesta de Cristo Rey.

El eje del Año litúrgico es la Pascua. Los tiempos fuertes son el Adviento y la Cuaresma.

Durante el Adviento, Navidad y Epifanía se revive la espera gozosa del Mesías en la Encarnación. Hay una preparación para la venida del Señor al final de los tiempos: “Vino, viene y volverá”.
En la Cuaresma, se revive la marcha de Israel por el desierto y la subida de Jesús a Jerusalén. Se vive el misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo: “Conversión y meditación de la palabra de Dios”.

En el Tiempo Pascual se vive la Pascua, Ascensión y Pentecostés en 50 días. Se celebra el gran domingo: “Ha muerto, vive, ¡Ven Señor Jesús!

En los tiempos ordinarios, la Iglesia sigue construyendo el Reino de Cristo movida por el Espíritu y alimentada por la Palabra: “El Espíritu hace de la Iglesia el cuerpo de Cristo, hoy ”.

Los cambios de fechas en algunas fiestas del Año litúrgico.

El Año litúrgico se fija a partir del ciclo lunar, es decir, no se ciñe estrictamente al año calendario. La fiesta más importante de los católicos, la Semana Santa, coincide con la fiesta de la "pascua judía" o Pesaj, misma que se realiza cuando hay luna llena. Se cree que la noche que el pueblo judío huyó de Egipto, había luna llena lo que les permitió prescindir de las lámparas para que no les descubrieran los soldados del faraón.
La Iglesia fija su Año litúrgico a partir de la luna llena que se presenta entre el mes de marzo o de abril. Por lo tanto, cuando Jesús celebró la Última Cena con sus discípulos, respetando la tradición judía de celebrar la pascua - el paso del pueblo escogido a través del Mar Rojo hacia la tierra prometida - debía de haber sido una noche de luna llena. Hecho que se repite cada
Jueves Santo.

La Iglesia marca esa fecha como el centro del Año litúrgico y las demás fiestas que se relacionan con esta fecha cambian de día de celebración una o dos semanas.
Las fiestas que cambian año con año, son las siguientes:

· Miércoles de Ceniza
· Semana Santa
· La Ascensión del Señor
· Pentecostés
· Fiesta de Cristo Rey

Ahora, hay fiestas litúrgicas que nunca cambian de fecha, como por ejemplo:

· Navidad
· Epifanía
· Candelaria
· Fiesta de San Pedro y San Pablo
· La Asunción de la Virgen
· Fiesta de todos los santos


domingo, 14 de noviembre de 2010

Resumen de la reunión del 14 de noviembre de 2010

Me temo que el resumen de hoy es que no hay resumen...
La idea de hoy era suscitar un debate a partir de las frases, canciones, poemas, textos... que sobre el amor hubierais buscado porque os gustaran especialmente, porque os hubieran llamado la atención y discutir sobre ello. El debate cuando se tienen ganas de participar puede ser apasionante.
No sé si realmente sois sinceros cuando decís que vuestros objetivos para este año son la participación, el compromiso, el crecer como grupo, el esfuerzo... no sé que pensar, de verdad. Si es así lo disimuláis muy bien.
Para que una reunión sea amena y no una pérdida de tiempo ni un coñazo, tiene que ser participativa, ágil, con la participación e implicación de todos...
Espero que leáis esto al menos, y os de que pensar; caso contrario, creo que me voy a dedicar los domingos a pasear por el Naranco o ir de paseo al Fontán.
Como os dije a principio de curso, el futuro del grupo está en vuestras manos y depende, casi exclusivamente de vuestra actitud.
Pues hala, a seguir bien...

Comentario al Evangelio del 14 de noviembre de 2010

Lucas 21, 5-19

"En aquel tiempo, como dijeran algunos, acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo: "Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida." Le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?" El dijo: "Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy" y "el tiempo está cerca". No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato." Entonces les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo. "Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas."

Tampoco es este un Evangelio fácil. Habla de los tiempos difíciles, de las dificultades.
Yo lo resumiría en una frase: Cuando la vida se tuerza, siempre podemos mirar a Jesús y buscar en él guía y aliento.
Luego hay más lecturas. J.A. Pagola, nos propone las siguientes:

Llamada al realismo. En ningún momento augura Jesús a sus seguidores un camino fácil de éxito y gloria. Al contrario, les da a entender que su larga historia estará llena de dificultades y luchas.

No a la ingenuidad. En momentos de crisis, desconcierto y confusión no es extraño que se escuchen mensajes y revelaciones proponiendo caminos nuevos de salvación. Éstas son las consignas de Jesús. En primer lugar, «que nadie os engañe»: no caer en la ingenuidad de dar crédito a mensajes ajenos al evangelio, ni fuera ni dentro de la Iglesia. Por tanto, «no vayáis tras ellos»

Centrarnos en lo esencial. Cada generación cristiana tiene sus propios problemas, dificultades y búsquedas. No hemos de perder la calma, sino asumir nuestra propia responsabilidad. No se nos pide nada que esté por encima de nuestras fuerzas. Contamos con la ayuda del mismo Jesús: «Yo os daré palabras y sabiduría»… Incluso en un ambiente hostil de rechazo o desafecto, podemos practicar el evangelio y vivir con sensatez cristiana.

La hora del testimonio. Los tiempos difíciles no han de ser tiempos para los lamentos, la nostalgia o el desaliento. No es la hora de la resignación, la pasividad o la dimisión. La idea de Jesús es otra: en tiempos difíciles «tendréis ocasión de dar testimonio».

Paciencia. Ésta es la exhortación de Jesús para momentos duros: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas». Entre los cristianos hablamos poco de la paciencia, pero la necesitamos más que nunca. Es el momento de cultivar un estilo de vida cristiana, paciente y tenaz, que nos ayude a responder a nuevas situaciones y retos sin perder la paz ni la lucidez.


sábado, 13 de noviembre de 2010

El rincón de la culturilla religiosa...

Evangelio


Los evangelios (del griego εὐ, que significa "bien", y αγγέλιον, que significa "mensaje", buena noticia) son los escritos que narran la historia de la vida, muerte, doctrina y milagros de Jesús de Nazaret. La proclamación del evangelio se conoce como evangelización.

Existen cuatro evangelios contenidos en la Biblia, llamados evangelios canónicos, reconocidos como oficiales por las diferentes confesiones cristianas. Son conocidos con el nombre de sus supuestos autores: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La mayoría de los expertos considera que estos cuatro evangelios fueron escritos entre los años 65 y 100 d. C., aunque otros expertos proponen fechas más tempranas.

Existen otros evangelios, conocidos como evangelios apócrifos, no reconocidos por las iglesias cristianas.

La palabra es empleada por primera vez en la literatura cristiana por Pablo de Tarso en la primera epístola a los corintios (1 Cor, 15:1), escrita probablemente en el año 57:

"Os recuerdo, hermanos, el evangelio que os anuncié, que recibisteis, y en el que habéis perseverado".

Tradicionalmente se atribuye la autoría de los evangelios a Mateo, apóstol de Jesús, a Marcos discípulo de Pedro, a Lucas, médico de origen sirio discípulo de Pablo de Tarso y a Juan apóstol de Jesús. Sin embargo, hasta hoy no ha sido determinada aun la autoría real de cada evangelio.

En el seno de la Iglesia Católica, el Concilio Vaticano II en su Constitución Dei Verbum enseñó que "la Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen origen apostólico. Pues lo que los Apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, ellos y los varones apostólicos nos lo transmitieron por escrito, fundamento de la fe, es decir, el Evangelio en cuatro redacciones, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan".

Fechas de los Evangelios canónicos

No hay acuerdo acerca de las fechas exactas en que fueron redactados. La mayoría de los expertos considera que los Evangelios canónicos fueron redactados en la segunda mitad del siglo I d. C., alrededor de medio siglo después de la desaparición de Jesús de Nazaret, aunque muchos expertos consideran que fueron redactados antes de la destrucción del Templo de Jerusalén .

También existe una minoría que propone que los evangelios fueron redactados tras la destrucción definitiva de Jerusalén durante el reinado de Adriano.

Raymond E. Brown, en su libro An Introduction to the New Testament, considera que las fechas más aceptadas son:

  • Marcos: c. 68–73.
  • Mateo: c. 70–100 (aunque algunos autores, que no aceptan la prioridad de Marcos, sitúan su redacción en una fecha anterior al año 70).
  • Lucas: c. 80–100 (una mayoría de estudiosos lo data en torno al años 85).
  • Juan: c. 90–110. (fecha propuesta por C.K.Barrett; Brown no ofrece una fecha consensuada para el Evangelio de Juan).

Estas fechas están basadas en el análisis de los textos y su relación con otras fuentes.

En cuanto a la información que nos proporciona la arqueología, el manuscrito más antiguo de los evangelios es el llamado Papiro P52, que contiene gran parte del Evangelio de Juan y, según los papirólogos, es de la primera mitad del siglo II, aunque no existe consenso acerca de la fecha exacta, habiendo quienes retrasan su datación al primer cuarto del siglo II y quienes consideran que es del segundo cuarto. De todos modos es extraordinario el brevísimo lapso que separa al manuscrito original de Juan con la copia sobreviviente más antigua. Y esto se constata – en menor proporción - en todos los Evangelios cuyas copias más antiguas guardan menos de un siglo con el original.

lunes, 8 de noviembre de 2010

La edad de las posibilidades.

La edad de las posibilidades


Los que, en la vida, tenemos la oportunidad de elegir, tomar unas sendas y no otras, probar algunas experiencias, escoger en qué gastar las horas… podemos vivirlo desde la gratitud, y desde la responsabilidad. Porque tenemos a mano muchas oportunidades.

Hay quien piensa que eso queda para los más jóvenes, y que luego simplemente te vas cerrando puertas y ya está. Pero esa es una mirada muy plana. Porque en todas las edades, muchos momentos y bastantes situaciones suponen para cada uno de nosotros la posibilidad de elegir la vida, el Evangelio, a las personas y la forma de interpretar y entender lo que nos pasa.

Es posible...


“Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rom 8,31)


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No siempre es evidente. Y tal vez, en ocasiones, ni siquiera es probable. Pero siempre es posible… pararme y rezar un rato. Buscar, y tal vez comprender Tu palabra. Compartir un café, unas charlas, ilusiones, heridas, anhelos, proyectos, sueños con gente querida.

Encontrarme de verdad con otros. Cantar sobre las cosas que pasan dentro y fuera de uno. Escuchar las historias de otras personas, y que haya encuentro. Imaginar posibilidades para sanar las heridas que golpean tantas vidas. Y tratar de ponerse manos a la obra.

-¿Soy capaz de percibir todo el bien que es posible en mi vida? ¿Y todo el bien que está a mi alcance hacer?



LA EDAD DE LAS POSIBILIDADES





Es posible que llueva y que escampe,
o que el sol apriete y se anhele la sombra.
Es posible que acierte una vez,
y que falle otras muchas.
Es posible que me llames y responda,
o que solo te devuelva silencio.
Es posible que te llame y te encuentre,
o que me hagas salir a buscarte.


Es posible la risa o el sollozo,
la pasión y la desgana,
el delirio y la locura,
la rutina y la sorpresa.
Posible es el hambre, y posible la hartura.
Es posible que el miedo nos congele, ateridos,
o nos empuje a bailar, frenéticos
dibujando figuras fugaces.

El amor, la muerte y la Vida… eso es seguro.

José María Rodríguez Olaizola



Que no me roben la risa


“Ahora, hermanos, quiero comunicaros la buena noticia que os anuncié, la que aceptasteis y mantenéis, la que os salva…” (1Cor 15, 1)


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Hay veces en que soy un agonías. Y sospecho que hay que quitarle un poco de hierro a las preocupaciones, los agobios, las prisas o los problemas… No quiere decir que sean falsos... Tal vez tendré que plantarles cara, y tocará, de vez en cuando, batirse en duelo con alguna que otra incertidumbre. Pero sin perder la posibilidad de sonreír por lo que de verdad importa.

Porque el Amor toca muchas vidas. Porque hay bienaventuranza prometida a los más rotos. Porque hay gente buena, que busca. Porque hay mucho bien en torno.

¿En qué cosas tendría que reírme un poco de mí mismo? ¿Qué me ilusiona hoy en día?



TAL VEZ NO ERA PENSAR





Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto,
sino darse y tomar perdida, ingenuamente,
tal vez pude elegir, o necesariamente,
tenía que pedir sentido a toda cosa.
Tal vez no fue vivir este estar silenciosa
y despiadadamente al borde de la angustia
y este terco sentir debajo de su música
un silencio de muerte, de abismo a cada cosa.


Tal vez debí quedarme en los amores quietos
que podrían llenar mi vida con un nombre
en vez de buscar al evadido del hombre,
despojado, sin alma, ser puro, esqueleto.
Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto.
sino amarse y amar, perdida, ingenuamente.


Tal vez pude subir como una flor ardiente
o tener un profundo destino de semilla
en vez de esta terrible lucidez amarilla
y de este estar de estatua con los ojos vacíos.
Tal vez pude doblar este destino mío
en música inefable. O necesariamente

Idea Vilariño

domingo, 7 de noviembre de 2010

Resumen de la reunión del 7 de noviembre

Bueno... os animo a que entréis en el blog (ya que lo tenemos...) y que dejéis vuestros comentarios y opiniones, no me seáis zánganos... Como os decía hoy, como herramienta en sí es neutra: ni es buena ni mala. Será buena o mala en función del uso que hagamos de ella.
Empezábamos hoy recordando que todos los buenos momentos que habíais vivido este verano, estaban lógicamente, unidos a la relación con otras personas; amigos familia... Somos seres sociales, y nadie puede encontrar la felicidad en solitario, necesitamos de los otros. Y en buena medida esa argamasa que nos une es el afecto, el cariño... en definitiva, el amor.
El amor... un tema apasionante, pero difícil, con demasiadas esquinas y demasiados puntos de vista, pero que está presente en toda nuestra vida y que sin duda es el motor que mueve el mundo y que nos mueve a todos nosotros. Nadie podrá ser feliz si no halla en mayor o menor medida el amor.
Vimos que hay distintos tipos de amor, y así lo dijisteis:
- El amor paterno de padres a hijos y de hijos a padres.
- El amor entre hermanos.
- El amor entre amigos.
- El amor de pareja.
- El amor a Dios y de Dios.
- El amor de aquellos que consagran su vida a los demás.
Todos hemos sentido y vivido el amor. Y sobre el amor hemos escuchado cientos de canciones, hemos leído cientos de poemas, cientos de frases, decenas de películas, libros, historias...
Alguien decía: ¿Y qué tiene que ver el amor con la catequesis...? Todo.
Mirad como empieza la Encíclica "Deus Caritas Est" de Benedicto XVI:

« Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él » (1 Jn 4, 16). Estas palabras de la Primera carta de Juan expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino. Además, en este mismo versículo, Juan nos ofrece, por así decir, una formulación sintética de la existencia cristiana: « Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él ».

El Evangelio en sí es un canto al amor, la vida de Jesús, y sobre todo su muerte, fue un magnífico ejemplo de amor. La vida de los cristianos, debería de ser un ejemplo de amor. La Iglesia, tendría que ser un canto al amor...

Tendremos oportunidad, de seguir reflexionando sobre ese tema tan maravilloso, apasionante y difícil... ¿o es muy fácil...?

Continuará.

Comentario sobre el Evangelio del 7 de noviembre


Lucas 20, 27-38


Acercándose algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno, que estaba casado y no tenía hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos; y la tomó el segundo, luego el tercero; del mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos. Finalmente, también murió la mujer. Esta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer.» Jesús les dijo: «Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven.»



No es este a mi juicio uno de los Evangelio más fáciles de entender. El mensaje de fondo es la Resurrección, nada más y nada menos... Hablar de resurrección en un mundo rodeado de tecnología, de ciencia, de certidumbres, de creer lo que es empíricamente demostrable... Hoy nos ponían el ejemplo de la manzana que una vez comida puede acabar en la basura, o ser germen, semilla de una nueva vida. Yo no tengo ni idea de cómo será la vida en el más allá... por eso prefiero ocuparme de la de más acá... de intentar ser felices en esta vida y lo que es más importante; en la medida de lo posible contribuir al bien y a la felicidad de otros. Muy difícil. No pienso en la muerte, por tanto no pienso en la resurrección; sencillamente la imagino como el sentirse un poco más cerca de Dios.

Os pongo unas líneas de ahora de un teólogo español llamado José Antonio Pagola sobre el Evangelio de hoy. Como siempre, que os aproveche...

"Jesús rechaza la idea pueril de los saduceos que imaginan la vida de los resucitados como prolongación de esta vida que ahora conocemos. Es un error representarnos la vida resucitada por Dios a partir de nuestras experiencias actuales.

Hay una diferencia radical entre nuestra vida terrestre y esa vida plena, sustentada directamente por el amor de Dios después de la muerte. Esa Vida es absolutamente "nueva". Por eso, la podemos esperar pero nunca describir o explicar.

Las primeras generaciones cristianas mantuvieron esa actitud humilde y honesta ante el misterio de la "vida eterna". Pablo les dice a los creyentes de Corinto que se trata de algo que "el ojo nunca vio ni el oído oyó ni hombre alguno ha imaginado, algo que Dios ha preparado a los que lo aman".

Estas palabras nos sirven de advertencia sana y de orientación gozosa. Por una parte, el cielo es una "novedad" que está más allá de cualquier experiencia terrestre, pero, por otra, es una vida "preparada" por Dios para el cumplimiento pleno de nuestras aspiraciones más hondas. Lo propio de la fe no es satisfacer ingenuamente la curiosidad, sino alimentar el deseo, la expectación y la esperanza confiada en Dios.

Jesús saca su propia conclusión haciendo una afirmación decisiva para nuestra fe: «Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos». Dios es fuente inagotable de vida. La muerte no le va dejando a Dios sin sus hijos e hijas queridos. Cuando nosotros los lloramos porque los hemos perdido en esta tierra, Dios los contempla llenos de vida porque los ha acogido en su amor de Padre.

Según Jesús, la unión de Dios con sus hijos no puede ser destruida por la muerte. Su amor es más fuerte que nuestra extinción biológica. Por eso, con fe humilde nos atrevemos a invocarlo: "Dios mío, en Ti confío. No quede yo defraudado" (salmo 25,1-2)."


lunes, 1 de noviembre de 2010

Interesante vídeo

Para los que hemos nacido en una época y en un lugar en el que nadie se imagina que nos pueda faltar el agua en un grifo, el comer tres veces al día, una escuela con todas las comodidades, las consolas y ordenadores, un libro... Da que pensar, ¿no...?


http://www.youtube.com/watch?v=tsHyN9zj8_o&feature=related

Comentario sobre el Evangelio del 31 de octubre

Lucas 19, 1-10


Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: "Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa." Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: "Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador." Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: "Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo." Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido."

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Como os comentaba el año pasado cuando os regalé ese librito con el Evangelio de cada día (que nadie leyó....Enfadado) la lectura diaria de la Buena Nueva, no lleva más de un par de minutos y siempre podremos sacar alguna pequeña reflexión que nos aporte algo a nuestro día a día, que nos ayude en ese objetivo que marcabais vosotros de ser mejores personas y mejores cristianos; pues bien, ya os decía que tenéis edad para empezar a comer carne con hueso, la era de los dibujitos y de las actividades chorras ya pasó, y es el momento de empezar vuestra madurez e intentar cada día avanzar en vuestra formación. En este avance es imprescindible que os vayáis iniciando en la vida de oración, y tampoco hay que hacer nada del otro mundo. Un recuerdo al acostaros, un gesto, una pequeña oración, y la lectura del Evangelio, de verdad, os ayudará...Ángel.
Para ayudaros en estos comienzos, os voy a ir enviando el Evangelio del Domingo, que es el día más importante para nosotros, con una pequeña reflexión que -espero- seáis capaces de leer y de interiorizar, así después de escucharlo cada domingo en misa (si vais...) y escuchar la reflexión que Jorge haga en la homilía, podréis repasarlo unos minutos y sacarle un poco más de jugo y responder a una pregunta: ¿qué me dice a mí el Evangelio de hoy...? ¿qué lectura, que conclusión puedo aplicar a mi vida cotidiana...?

El Evangelio de hoy nos presenta a Zaqueo, un personaje impresionante. Y no precisamente por su estatura, pues era un hombre muy bajito. Pero era jefe de publicanos y un famoso recaudador de impuestos. Ya sabemos quiénes y qué reputación tenían los publicanos en los tiempos de Jesús. Eran colaboracionistas del régimen opresor. Y, por tanto, eran considerados como traidores y enemigos de Israel, pues se encargaban de sacar el dinero a la gente para entregarlo al invasor: al César y a los odiosos romanos. Pero, además, éste es -como solemos decir- “un pez gordo”. Casi casi como un “padrino” de publicanos. Era obvio, pues, que el pueblo judío lo despreciara.
Sin embargo, tiene la curiosidad de un niño y no duda en encaramarse en una higuera del camino por donde iba a pasar Jesús. A pesar de su aparente o supuesta maldad, todavía le queda algo de esa sana ingenuidad y sencillez que se necesita para creer. Sabe prescindir de su categoría y de su condición social, y no teme hacer el ridículo con tal de ver a Jesús. En el fondo, parece no es tan malo, pues está dispuesto a ver y a hablar a Jesús, si le es posible, sin importarle la opinión de los demás.

Jesús, que con su fina observación ya se había dado cuenta de lo que estaba sucediendo a su alrededor, quiso recompensar con largueza aquel gesto de interés de ese hombrecillo. Jesús se detiene a saludarlo por el camino. Pero no sólo. Él mismo se autoinvita a comer a su casa: “Baja pronto, Zaqueo -le dice el Señor- porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”. Tener amistad con un personaje tan poco prestigioso no le acarrarearía buena fama. Pero Jesús nunca se preocupó de los comentarios de la gente.

Es curioso el lenguaje que usa nuestro Señor: “Hoy tengo que hospedarme en tu casa”. Como si se tratara de una obligación. En todo caso, era un deber de su amor redentor. Aquel día Jesús entraría a la casa de Zaqueo porque había sonado para él la hora de la salvación. “Te compadeces de todos porque todo lo puedes -nos dice el libro de la Sabiduría-; cierras los ojos a los pecados de los hombres para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho. A todos perdonas porque son tuyos, Señor, amigo de la vida” (Sab 11, 24-27). Estas palabras están tomadas de la primera lectura de este domingo. Pero, además, es uno de los textos que usa la Iglesia el miércoles de Ceniza para invitar a todos los cristianos a la conversión y al acercamiento a Dios a través de los sacramentos.

Zaqueo -nos refiere el evangelista- bajó enseguida del árbol y lo recibió muy contento en su casa. Tenía fama de pecador público, pero, en el fondo de su corazón, era mucho mejor que tantos fariseos, que se sentían “perfectos”. Al menos, este Zaqueo, como tantos otros publicanos y pecadores, tenía la sencillez de corazón suficiente para acoger a Jesús sin prevenciones y espíritu crítico -como lo hacían muchos de los fariseos y saduceos- y tenía las disposiciones interiores necesarias para recibir la salvación que Jesús le traía.

Por eso, Jesús pronunció aquellas palabras tan fuertes contra los dirigentes religiosos de Israel: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, guías ciegos, que no entráis vosotros en el Reino de los cielos, y que impedís entrar a los que querrían hacerlo!” (Mt 23,13). Y en otra ocasión pronunció esta dura sentencia: “Yo os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el Reino de los cielos” porque, a pesar de sus muchos pecados, ellos sí supieron acoger con humildad el mensaje y la salvación de Jesús, cosa que aquéllos no hicieron.

Y, lo más hermoso de todo, es ver la actitud tan sincera de Zaqueo, que le promete a nuestro Señor un cambio radical de vida y de comportamiento. Puesto en pie, como para dar mayor solemnidad a su promesa, le dice a Jesús: “Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más”. De verdad que ha sonado la hora de la salvación para este hombre, como nuestro Señor le confirma: “Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también éste es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.

Moraleja: Seamos como seamos, tengamos el pasado que tengamos, hayamos hecho lo que hayamos hecho, el encuentro con Jesús, desde la humildad, desde la sinceridad, puede cambiar por completo nuestras vidas. Jesús siempre se acercará a nosotros si de verdad lo buscamos, siempre vendrá "a cenar" a nuestra casa sin preguntar ni juzgar, respetando nuestra libertad... pero ese encuentro tiene un efecto transformador que como os digo siempre, nos ayudará a ser más felices. Y más libres.
¿Hay alguien que no quiera sentirse libre y feliz...?
Pues eso.
Hala, a roer el hueso... y que os aproveche...!!

Resumen Reunión 24 de octubre de 2010

Como faltó bastante gente ayer, con el fin de que no pierdan el hilo, y a modo de recordatorio para los que sí estuvisteis y que os sirva también para volver a hacer una mini reflexión y refrescar ligeramente lo expuesto:

Comenzamos el primer día hablando sobre lo que había sido el grupo, lo que esperabais para el curso pasado y cuál sería, en una palabra, vuestro objetivo para este curso.
Parece que hay coincidencia en señalar que el año pasado se había mejorado con relación a cursos anteriores en los que me da la impresión de que no estabais muy cómodos. En cuanto a lo que habíais manifestado que os gustaría que fuera el grupo para el curso pasado, parece que unas cosas sí se han logrado y otras menos. Parece que se ha avanzado en que el grupo es más alegre, hay mejor relación entre vosotros, os lleváis mejor... pero quedan cosas en las que avanzar. A mi juicio, no es mal comienzo.
En cuanto a los objetivos que definís para este curso destacabais:
- Amistad.
- Compromiso (4).
- Crecer como grupo.
- Esfuerzo (2).
- Aprender.
- Participación (2).
- Colaboración.
Como os decía ayer, todas actitudes personales que dependen, obviamente, de vosotros y sólo de vosotros mismos. Por tanto, está en vuestra mano que con vuestra actitud, podamos avanzar como grupo. Es como un barco de remos. El barco avanzará en tanto y cuanto cada uno de los remeros aporten su esfuerzo. ¿Está claro no...?

Ayer, continuamos analizando un poco experiencias personales durante el verano respondiendo a un cuestionario en el que se planteaba lo que habíamos hecho durante el verano, aquellas experiencias que me hubieran hecho feliz, los acontecimientos personales o del entorno que me hubieran planteado interrogantes, o en qué medida me había ayudado lo vivido en el grupo hasta ahora para vivir como cristiano durante el verano.
Y por otra parte, hacíamos una valoración global del curso pasado: formación, compromisos asumidos, momentos de oración, celebración... Sentimientos y actitudes que traigo ante este nuevo curso, que qué se nos pide como grupo para que este nuevo curso produzca mayores frutos que el anterior: reuniones, compromisos, vida de oración y celebración...
Desconozco la profundidad y sinceridad de vuestra reflexión, quiero creer que haya sido la adecuada, pero lo que retratáis como experiencias vividas durante el verano que os hayan hecho felices, todas tienen que ver con la convivencia con otras personas; reencuentro con viejos amigos, convivencia con algún familiar cercano de la misma edad, amigos de siempre, la familia... No somos seres individuales si no sociales; por tanto, nuestra felicidad, depende en buena medida de los demás.
También está claro, que lo vivido en el grupo, tiene muy poca repercusión en vuestras vidas; bien es cierto, que no me extraña, porque tampoco podemos alardear de que hayamos hecho mucho, eso es así. Tenemos que reconocer que no hemos alcanzado grandes objetivos y que la vivencia como grupo ha sido prácticamente nula, pero bueno, estamos en ello...
Sí es cierto, que algunos de vosotros, en determinados momentos, sí que hacéis una mirada introspectiva, y os acordáis de Jesús, especialmente como el que se acuerda de santa Bárbara cuando truena; pero bueno, algo es algo...
Por lo que se refiere a la valoración del curso pasado, dicho quedó ya. La formación ha sido escasa, compromisos asumidos ninguno, momentos de oración uno y malo... pero esto no puede desalentarnos; antes bien, tiene que servir de estímulo para que todos y cada uno de nosotros hagamos un esfuerzo para que el tiempo vivido en el grupo sea un tiempo bien empleado que nos ayude a crecer como personas y como cristianos y no un tiempo tirado al cubo de la basura.
Sobre los sentimientos y actitudes que aportáis de cara al nuevo curso: compromiso (espero que os deis cuenta de la importancia de esta palabra...) compartir vivencias, seriedad, madurez, confianza... casi nada!!
Y por último, sobre lo que se nos pide como grupo referís:
- Que asistamos a las reuniones para aprender a ser buenos cristianos y buenas personas.
- Que hagamos borrón y cuenta nueva con el pasado.
- Que estemos más unidos como grupo.
- Que seamos capaces de asumir un mayor grado de compromiso (¿cómo se traduce eso digo yo...?)
- Que seamos más constantes.
- Que aportemos más esfuerzo, más seriedad y más trabajo.
Varias se repiten con frecuencia: asistencia, participación, esfuerzo, compromiso... Espero que seáis conscientes de lo que decís.

Acabamos con la lectura de un texto del evangelio de Mateo, de la parábola del tesoro escondido:

"El reinado de Dios se parece a un tesoro escondido en un campo: lo descubre un hombre, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, vende todas sus posesiones para comprar aquel campo.El reinado de Dios se parece a un mercader en busca de perlas finas:al descubrir una de gran valor, va, vende todas sus posesiones y la compra."

Esta lectura nos daba pie a una reflexión sobre la importancia y el potencial que puede llegar a tener el grupo. Si os dais cuenta, hemos

dedicado un par de reuniones a ver que es lo que fue, lo que os gustaría que fuera y aquello que estáis dispuestos a aportar individualmente.

Vimos que es un problema de actitudes personales por lo que entonces depende de nosotros y de nadie más nuestro futuro. Vemos lo que queremos también como grupo y lo que debemos de aportar como tal. Y al igual que el que encuentra ese tesoro y vende todo lo que tienen para comprar el campo, nosotros podemos encontrar en este grupo un motivo de felicidad. No será nada mágico ni nada que obre algún milagro en nuestra vida, pero os aseguro, desde mi propia experiencia cuando tenía vuestra misma edad, que la vivencia sincera, esforzada y comprometida en un grupo como este que hasta ahora tan poco os ha dado, puede ayudaros -y mucho- a ser mejores personas, a daros herramientas para que seáis capaces de ser más coherentes, más libres, más cercanos a los demás, más críticos también... en resumen: a ser más felices.
¿Sabéis de qué depende...?
Única y exclusivamente de vosotros mismos.
Pues eso.